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El extremo sur de Mallorca, rodeado por la Reserva Marina de Migjorn, conserva una de las zonas de costa sin urbanizar más extensas de la isla. Todo el litoral desde Cala s'Almunia hasta la Colònia de Sant Jordi se mantiene virgen, conformando uno de los espacios naturales más atractivos de Mallorca para los caminantes y amantes de la naturaleza.

Tanto el circuito que va de Cala s'Almunia hasta el Cap de ses Salines, que se describe a continuación, como el que va del mismo Cap de ses Salines a la Colònia de Sant Jordi, descrito en otro reportaje, cuentan con un paisaje inigualable.

La ruta de Cala s'Almunia hasta el Cap de ses Salines tiene una longitud de unos 8 kilómetros. El recorrido se realiza en unas tres horas, más el tiempo dedicado al descanso, y no presenta grandes dificultades. El itinerario transcurre mayoritariamente por zonas de acantilados, en contraste con el itinerario de Cap de ses Salines a la Colònia de Sant Jordi, en el que predominan las zonas arenosas.

Al iniciar la excursión, el primer punto de interés es el Caló des Moro, preciosa playa virgen de fondo arenoso rodeada de acantilados, situada justo detrás de Cala s'Almunia. A continuación se encuentra Cala s'Almunia, pintoresca cala de gran belleza que acoge un conjunto de humildes casetas de pescadores.

Siguiendo por la costa, en dirección suroeste y guiándose por los hitos que marcan el camino, pronto se llega al poblado prehistórico de Ses Talaies des Bauç y poco después se pasa junto a una caseta abandonada. En este punto nos podemos desviar hacia el interior, para intentar encontrar la cueva del Drac y para disfrutar del paisaje rural que configuran los campos de cultivo delimitados por paredes de piedra, las barracas de "roter" y otros elementos de interés etnológico. En el acantilado también existen pisadas fósiles de Myotragus pero, igual que la Cova del Drac, si no se conoce la ubicación exacta, son difíciles de localizar.

Retomando el camino de la costa se llega hasta Cala Figuereta y después al Caló des Màrmols, uno de los puntos más bellos de la excursión, donde conviene realizar una parada. La cala destaca por el color turquesa de sus aguas que contrasta con los rojizos acantilados que la rodean.

A lo largo de todo el recorrido resulta interesante fijarse en las caprichosas formas y cavidades que la erosión marina ha esculpido en las rocas calcáreas de los acantilados, como Es Pontàs o la Cova de sa Plana, y también se aprecian antiguas canteras de donde se extraía la llamada piedra de Santanyí, utilizada en la construcción de grandes edificios por toda la isla.

Después del Caló des Màrmols se atraviesa el Torrent d'en Barragot y desde allí hasta el Cap de ses Salines el terreno desciende suavemente. La imponente figura del Far de Cap de Ses Salines, que actualmente acoge una estación de investigación costera del IMEDEA, indica el punto final de la excursión.